Mientras dormía, jugaba a colorear en el cielo, un trazo por aquí y otro por allá, hasta que de pronto dije: ¡Son ballenas! Y entonces me pregunté: ¿Ballenas?, ¿Por qué aparecerán las ballenas?…
El cielo pintado de azul, con destellos de luminosos puntos que recordaban esa guía y que, a la vez, se reflejaban en el mar, ¡estaba navegando en el mar!. Mientras las veía, me preguntaba: ¿Están en el cielo o son sólo un reflejo de lo que hay en mar?
Jamás había visto una constelación de estrellas en forma de ballena. Hoy aprendí que existe y se llama Cetus. Pero, ¿Qué me querrá decir?.
Decidí remar aún más cerca, ver si podría tocarlas, había una sensación de magia, de querer acercarme, de aprender de ellas. Algo me atraía a ellas, algo casi magnético.
Al estar cerca, una de ellas dijo: qué bueno que llegaste, te estaba esperando.
¿A mí? —pensé con incredulidad—
Con una cálida invitación me pidió que subiera en su lomo. Con miedo, lo intenté, era un majestuoso animal, pero al estar frente a éste, el miedo se desvaneció y llegó una sensación de bienestar, paz y confianza.
-¡Ven, sube! —me dijo de nuevo—.
Un poco atontada al haberme perdido en mis pensamientos, fui caminando por la aletita que me extendió para que subiera a su lomo. ¡Oh, así se siente la piel de una ballena!, pensé. Al llegar a su lomo veía todo desde un punto más alto, ¡Woooow! ¡Así se ven las cosas desde aquí arriba!, pensé.
Fue una cálida revelación. A pesar de que estaba siendo abrazada por una brisa que no sabía si venía del cielo o del mar, al ser una sensación de paz, lo que menos importaba era de dónde venía.
-¿Estás lista? Preguntó.
Asentí y comenzamos a avanzar al rededor de las húmedas nubes, rozando el mar, volando en el cielo o nadando en el mar y rozando el cielo.
Mientras viajábamos, comenzó a tararear una canción, me hacía sentir como si estuviera hechizada. Había algo encantador en la melodía, algo que me hacía conectar con lo más profundo de mí. Por un momento estuvimos conectados en esa melodía navegando en las fronteras del mar y el cielo.
'¿Cómo fue que llegaste aquí? —pregunté—.
Pensativa, suspiró y comenzó a narrar una historia:
Se dice que hace mucho tiempo, mis tatarataratararabuelos llegaron a este planeta, venían en compañía de los antiguos, provenientes de Sirio, mejor conocida como la Estrella del Perro; una estrella que brilla como ninguna otra en el oscuro firmamento. A nuestra especie, se le encomendó como misión resguardar el conocimiento e la Madre Tierra. Por miles de años, mis ancestros han presenciado, resguardado y transmitido el conocimiento sagrado de esta Tierra, pasándolo de generación en generación.
- ¡Asombroso! —respondí—. Así es que tu familia y tú transmiten el conocimiento a través de estas canciones.
- Algo así, pequeña. Entre nosotros cantamos para no olvidarnos de ese propósito, además de que abajo, en el mar, el sonido es lo que viaja más rápida y efectivamente. Eso nos permite transmitir, en la frecuencia adecuada, las historias de nuestro pueblo, pero también las del tuyo.
-Entonces, ¿Estoy cantando contigo?
Con una profunda, pero cálida carcajada dijo: no pequeña, puedes sentir la frecuencia de mi canción, pero tus oídos aún no pueden detectar todas las notas de mi cantar.
-Ya veo. ¿Y por qué cuando cantas puedo ver y sentir cosas que nunca antes había visto o sentido?
-Acabas de dormir y eso hizo que conectaras con una frecuencia más profunda. A través de nuestras mentes podemos hablar y transmitir conocimiento, telepatía creo que le llaman los tuyos. Los espíritus en la Tierra están conectados, pero no todos abren su mente y su corazón para poder escucharlos. Algunos se han encontrado conmigo o mis ancestros haciendo algo que llaman meditación, o como tú, en sus sueños.
- ¿O sea que podré verte cuando duerma de nuevo?
-Sí, pequeña. Podrás verme en sueños, pero también en los momentos en los que busques conectar con tu propia alma podré acompañarte a navegar por los mares y los cielos.
El universo construye sus propias melodías, la armonía de la canción se encuentra en integrarla y en poder conectar con su frecuencia. Tú eres parte de este Universo, cuando abres tu mente y corazón puedes conectarte a la frecuencia del amor y del saber. Al usar tu voz, expresas tu tono personal, tu frecuencia, lo que se creó con tu alma. Si aprendes a escucharlo, podrás escuchar la historia de tu alma, y con ello, también podrás comunicarte con nosotros, los que resguardamos la historia del Universo.
-Vaya, ¡eso es genial!
-Lo es, pequeña. Ahora eres parte de los que guardamos el secreto del Universo, del ākāśa. Tu misión ahora, es enseñar a los tuyos acerca de nosotros, que aprendan a conectar y entender que hay una relación entre la conexión con el universo y la propia frecuencia. Su cuerpo será la guía para entender la elevación de frecuencia que se necesita y esto les permitirá recibir los mensajes que deban llegar a ellos para prosperar como almas y como humanidad. Pero ahora, pequeña, es tiempo de que vuelvas.
-Pero estar aquí me hace sentir muy bien, ¡no quiero volver!
- Yo sé, esta sensación de paz y amor es difícil de abandonar, pero necesitas volver. El valor de esto que aprendiste hoy, es poder compartirlo y multiplicarlo.
-Entiendo. Al menos llevaré el recuerdo de tu canción. -Por supuesto, al escuchar nuestro canto puedes conectar con el saber, pero recuerda que para construir una melodía, también se requiere de silencios, éstos ayudan a marcar ritmos y pautas. Si fuera un sonoro continúo, sólo estaríamos aturdidos. En el silencio también hay sabiduría, no lo olvides.
Desperté un tanto aturdida. Fue demasiado real para ser un sueño. Mi cuerpo se siente en paz, como si todo se hubiera armonizado. Una última imagen viene a mi mente: me encuentro en la orilla del mar, en una pequeña isla, en lo alto del cielo una ballena flotando me mira con complicidad. Comienzo a recordar una canción y mi misión. En las manos tengo un libro y una oración “Registros Akashikos” se lee en su interior.
Tania D.
Me encantó! Felicidades, T!!