Por Tamara Ciriza
El día de hoy te quiero hablar de un tema que está muy presente por todos lados: El Propósito de Vida. Sin exagerar, podría decirte que el 90% de las sesiones que doy hoy en día, comienzan con la pregunta ¿Cuál es mi Propósito? Ésto me hace cuestionarme ¿Qué es el famoso Propósito? ¿Porqué se repite tanto ésta pregunta actualmente? Y ¿Porqué a medida que pasa más el tiempo, más personas tienen éste cuestionamiento?
Creo que hay varias respuestas tentativas que yo he comprendido para éstas dudas, pero ojo, esto que te voy a compartir son las conclusiones a las que he llegado desde mi pequeña humanidad, así que tómalas como una visión más, pequeña y seguramente sesgada…
Quisiera comenzar por el porqué ahora, porqué en éste tiempo surge tanta necesidad de conectar con el propósito y esto tiene dos aristas interconectadas, una social y la otra que incluye a lo social pero que es más amplia, y que tiene que ver con la frecuencia energética de nuestros tiempos.
Socialmente, venimos de un pensamiento materialista puro y duro, ¿Qué significa ésto? Que como occidentales, llevamos más de 200 años reforzando una mentalidad, una manera de entender al mundo, que se basa en lo concreto, en lo científico: sólo existe lo que se puede ver y tocar, lo que se puede percibir con los sentidos -físicos por cierto-, porque tenemos muchos otros que apenas estamos empezando a conocer. Ésto, que parece un mero dato histórico, nos marca hasta el hueso en nuestra forma de percibir la realidad. El paradigma de percepción social al que pertenecemos, no permite todavía que podamos incluir partes de la realidad, como por ejemplo, el mundo sutil.
Si toda la vida te dijeron que el mundo espiritual es solamente parte de tu imaginación, que las cosas no tienen alma, que al morir no hay nada más, que nosotros no tenemos capacidades superiores, ¿De dónde vas a sacar la fuerza para ver más allá? Si además, mirar fuera de los bordes de la percepción consensuada te puede excomulgar de tu familia, de tu cultura que te da identidad, incluso te puede llevar a un viaje por el manicomio o, más común aún, atener que vivir empastillado porque “no estás bien”.
Ésto, que parece de otra época, está muy vigente hoy, incluso en la persona que se considera más abierta y “espiritual”. La simple moda de considerarse “espiritual” nos muestra cómo, en realidad, seguimos viviendo en la dicotomía de la materia vs. el espíritu.
Estamos recién en el borde de un puente, al filo de un cambio importante de mentalidad, del cual nos tocó ser bisagras, y como toda bisagra, tenemos una patita en lo anterior y una en lo nuevo. Nos toca integrar ésa forma antigua de pensar, con una nueva que se abre. Pero cuesta, porque la nueva no se basa en la misma necesidad de aprendizaje que la vieja.
Cada alma tiene un proceso de aprendizaje que va haciendo y elige una época que le permite continuar ése proceso del que viene: nosotros, todos los que habitamos éste momento de la Tierra, elegimos éste y es importante conocerlo, porque parece por momentos un poco apocalíptico y por otros, un amanecer, una primavera maravillosa de la Tierra.
Como egos humanos y como sociedades (que son una versión ampliada pero igual de limitada que esos egos), nosotros aprendemos a partir de hacer foco, de limitar, como los caballitos con sus anteojeras, la experiencia. Y ésta ES la función del ego: poner su atención y su presencia en algo para poder experimentarlo por completo, llevar la luz de la atención a una cosa y no la otra.
Venimos, en éste sentido, de un aprendizaje muy enfocado en experimentar la materia: fíjate cuánto valor le damos a los objetos, a “ser productivos”, mira cómo nuestra referencia de éxito aún se basa en cuánto podemos adquirir y mostrar que lo que adquirimos. Mira el enorme desarrollo tecnológico que tenemos, lo que hemos logrado construir con el tamañito que tenemos. Y todo éso está muy bien, es parte de lo que veníamos a aprender, pero ya no es suficiente, porque la frecuencia de los tiempos está cambiando y con ella el aprendizaje de la Tierra, de las sociedades y de los individuos humanos.
Con la famosa entrada de la Era de Acuario y nuestra galaxia comenzando a transitar el cinturón de fotones, está entrando una cantidad de luz y de nuevas frecuencias a la Tierra, que hace que toda nuestra experiencia comience a hacerse más sutil.
Éste cambio, del que poco se habla en realidad, no es nada más una moda “New Age”, es un cambio físico y electromagnético que está sacudiendo a toda nuestra Galaxia, expandiendo nuestro sol y haciendo más fino el campo electromagnético de la tierra, permitiendo que nuevos rayos (como los rayos Gamma, responsables de las mutaciones de ADN) entren con mayor facilidad a la Tierra. Todo ésto, además de generar cambios muy fuertes en la Tierra y en nuestros cuerpos físicos, por supuesto, afecta a nuestra mentalidad, que por cierto se rige por la electricidad y el magnetismo.
¿Qué tiene que ver ésto con la pregunta inicial sobre porqué ahora se presenta tan fuerte el tema del propósito?
Porque nuestro propio concepto sobre el propósito de vida está cambiando.
Antes estaba mucho más pre-construído el sentido de la vida de cada quien: crecer, casarse, tener hijos, producir, morir. Parece lejano y distópico, pero será raro que estés leyendo esto y no hayas tenido que “elegir una carrera productiva o socialmente aceptable” o pensar en tener hijos como un “must”, o tener la obligación oculta de generar dinero. Venimos de un paradigma muy encasillador y moldeador desde la forma, no desde la esencia.
Como almas, tenemos tanto que compartir desde un lugar tan único, que ninguna carrera universitaria nunca va a abarcar lo que cada quien viene a compartir, ningún oficio tampoco.
Pueden dar herramientas para compartir éso único que cada quien trae, claro que si, pero ésta idea de que uno es “pintor, panadero, madre o médico” para toda la vida y eso es todo lo que uno viene a compartir, está quedando mu obsoleta.
Sin embargo, una cosa es la idea de que ya no va más y otra es el tiempo y el proceso en el que un sistema de ideas se termina de desintegrar. Estamos pasando a nuevo paradigma pero no sabemos hasta qué punto tan profundo, nos afectan las viejas maneras de pensar.
Y como todo patrón, la forma de continuar, no es rechazarlo, sino integrarlo, porque no es un lastre, es la base de nuestro escalón previo, nuestro piso para dar un paso más.
El tema es que tenemos mucha seguridad puesta en ése piso, porque al hablar del paradigma materialista, también hablamos de un fuerte instinto de conservación del cuerpo físico, entonces parece que dejar atrás algunas ideas, es también un riesgo de muerte.
Por éso la llamada “pandemia” movió tanto, porque nos tocó ése instinto de supervivencia del cuerpo físico y al mismo tiempo, nos hizo mirar cómo los valores sociales están cambiando.
Mucha gente se empezó a dar cuenta fuertemente de que lo que estaba haciendo no tenía nada de su esencia, que no había nada de ellos mismos en la forma en la que habían armado sus vidas. Y ésto, que se vio claro gracias al parar, al ir hacia adentro en el encierro, a la virtualidad y a la amenaza (ficticia o no) de muerte, hizo que comencemos a valorar más nuestro tiempo, nuestras experiencias, nuestro propósito individual, frente a lo previamente encasillado y limitado de lo que considerábamos “posible y real” en nuestras vidas.
Unos años atrás, ¿Quién hubiera podido creer que tanta gente iba a trabajar en la virtualidad?
Mucho de lo que creíamos sólido comenzó a derrumbarse y los viejos valores sobre el trabajo, incluso sobre el estudio, también comenzaron a caerse a gran velocidad.
Es por ésta razón que muchas personas comenzaron a cuestionarse por su propósito, el tema es que, aunque no lo reconocemos, ése cuestionamiento aún viene de una mentalidad muy vieja, y éso se ve muy claro en dos aspectos muy comunes de la manera de “buscar” el propósito:
1. El propósito como meta concreta: Quiero que mi propósito sea algo que está fuera mío y que yo pueda alcanzar, pero siempre lo coloco en el futuro, por ende, nunca lo alcanzaré.
Hay algo muy materialista y si me lo permites, muy capitalista en la manera de comprender ésto: una zanahoria para que el caballo nunca enfrente ésa sensación de vacío que genera el comprender que el propósito está en cada momento. El tema con ésto es que uno tendría que estar presente para reconocerlo y para éso, uno tendría que estar dispuesto a sentir todo lo que uno siente, y como dice Sergi Torres: “¿Te has dado cuenta de que la gran mayoría de los seres humanos no quieren ser seres humanos? no queremos vivir lo que estamos viviendo. Apenas nadie quiere vivir lo que está viviendo. Mi pregunta es: ¿quien está dispuesto a ser un ser humano?”("Saltar al Vacio" de Sergi Torres)
2. El propósito como algo desconocido por mi y que “alguien más me va a aclarar”. Esta idea de que “tengo que descubrir mi pro
pósito” y que alguien con más conocimiento o conexión me lo puede revelar, es un viejo resabio de la Era pasada (Era de Piscis), en la que gurús, o sacerdotes eran los que nos conectaban con un poder superior y eran los únicos que podían dar sentido a la realidad (junto con los grandes científicos). Incluso yendo más atrás, es todavía más viejo y responde a la Era de Aries, en la que un Padre, como Abraham o Moisés, era el que nos podían guiar y sostener hacia nuestro propósito. En fin, estamos muy acostumbrados a delegar la responsabilidad de la búsqueda afuera nuestro.
Ambas cosas, ver el propósito como meta concreta y el buscar que alguien más lo aclare, son cosas que van a irse disolviendo por su propio peso en ésta era, pero que aún están presentes.
El propósito está en cada momento y se revela solamente estando presentes. Si puedes observar desde tu presencia, verás que hay un entramado perfecto que teje todo lo que ocurre, un sentido profundo que va hilando toda tu vida como el hilo rojo de Ariadna en el laberinto del minotauro.
Los Registros Akáshicos nos permiten conectarnos con éste propósito desde un lugar que integra nuestra mente materialista que necesita respuestas concretas y la gran necesidad de encontrarlas adentro nuestro.
En Akashic hacemos un viaje que tiene que ver con las distintas cualidades de información que podemos encontrar en nuestro Archivo del Alma.
A través de éste recorrido, vamos visitando partes nuestras que nos recuerdan ése propósito y juntando las piezas del rompecabezas que desembocan en el Servicio que nuestra alma viene a compartir al mundo.
Es común confundir la búsqueda de nuestro Propósito con la de nuestro Servicio, y es importante que aclaremos éste punto: el Propósito está en cada momento, y mientas más presencia tenemos, más lo podemos reconocer. Mientras que el Servicio, si tiene que ver con un regalo que venimos a darle a la época en la que elegimos nacer, y que une e integra los siguientes puntos:
1. Los dones esenciales que trae nuestra alma desde su nacimiento, éso único que venimos a compartir y que siempre tendremos con nosotros de manera natural.
2. Las herramientas de vidas pasadas que ganamos en los procesos de aprendizaje que nuestra alma decidió hacer para aprender a encarnar su esencia. En Akashic le llamamos “dones adquiridos”.
3. Los retos de aprendizaje que elegimos para ésta encarnación: las herramientas conscientes adquiridas en ésta vida, los potenciales heredados por tu linaje, lo que necesita la época y el tejido social actual de ti.
Nos vemos en el próximo Artículo
En próximos artículos te iremos contando cómo se relaciona cada uno de éstos puntos, con tu Propósito de Vida y cómo puedes conectar con ellos, ¡No te los pierdas!
Y recuerda, el Propósito está, donde tú estás. Reconocerlo, depende solamente de tu presencia.
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